Época:
Inicio: Año 171 A. C.
Fin: Año 148 D.C.

Antecedente:
Guerra en Oriente



Comentario

La subida al trono de Perseo, hijo mayor de Filipo V, en el 179 a.C. tuvo como consecuencia un cambio de la línea política en Macedonia. Ciertamente Perseo renovó el tratado de alianza con Roma, pero la personalidad del nuevo rey y su hábil política le convirtieron pronto en cabeza de toda la oposición que en Grecia iba surgiendo contra Roma.
Su ofensiva diplomática consiguió que las relaciones entre Perseo y la confederación aquea se normalizaran. Selló un tratado de alianza con Beocia, se casó en el 178 con Laodicea, hija de Seleuco IV de Siria, y consolidó, en términos generales, su prestigio en el mundo griego.

Perseo logró convencer a una parte importante de los griegos de que Macedonia constituía un contrapeso indispensable frente a Roma, a fin de que ellos conservaran su libertad. La política senatorial romana, que tan pronto favorecía a una ciudad como a otra, no tardó en suscitar descontentos en Grecia. Los rodios, insatisfechos por el tratado de Apamea, iniciaron un acercamiento a Macedonia. La Liga Aquea, según cuenta Polibio, decidió revocar los honores que tiempo atrás había concedido a Eumenes de Pérgamo, el principal aliado de Roma. En poco tiempo Oriente volvió a dividirse en dos campos, los amigos y los enemigos de Roma.

No obstante, resulta en todo punto increíble la versión que Polibio da del origen de la guerra contra Perseo, al que considera capaz de todos los crímenes. Según Polibio, fue Eumenes el que expuso -y convenció- al Senado romano los planes de Perseo para invadir Italia, cual Aníbal redivivo. La realidad es que Roma veía aumentar el ascendiente de Perseo en Grecia con el consiguiente peligro para el control romano de la zona. Como también lo es que Perseo trató de evitar la guerra, en el 172 a.C., por todos los medios. En este año el Senado romano envía una embajada a Grecia con el fin de sondear la disposición de las principales ciudades. El sentimiento de la plebe podía ser muy antirromano, pero los gobiernos se declararon a favor de Roma. La guerra estaba decidida, pero las hostilidades fueron diferidas por el envío de una embajada de Perseo a Roma. Su deseo no era sin duda otro que concluir con Roma un tratado diverso al que ésta había concluido con su padre, Filipo V, un tratado en términos de igualdad de derecho, una especie de división equilibrada del mundo, como era costumbre en la política helenística.

Cuando la flota romana fue reacondicionada y los preparativos militares llevados a cabo, Roma inició la marcha hacia Macedonia, en el 171. La primera etapa de la guerra fue difícil para Roma. Gran parte del Epiro se decantó a favor de Perseo, por lo que los contactos entre el ejército romano acantonado en Tesalia e Italia se hacían muy difíciles. La única victoria fue la que obtuvo en Adra la flota romana ayudada por Eumenes. La crueldad con que actuó el ejército romano en esta ciudad se convirtió pronto en el fermento de hostilidad contra Roma. El Senado, consciente de la situación, sustituyó a los generales, colocando a Q. Marcio Filipo al frente de los ejércitos. No obstante, las operaciones permanecieron estancadas durante todo el ano 169 a.C. En el paso del Olimpo, Perseo y su ejército ocupaban una posición fortificada que el ejército romano no lograba reducir. Por otra parte Gentio, el rey de Iliria, se pasó al campamento macedonio. Las ciudades griegas participaban sin entusiasmo en la guerra, enviando contingentes sumamente reducidos. El propio Eumenes -cuyo reino era amenazado por los gálatas- no deseaba sino una solución negociada del conflicto. El Senado romano decidió entonces cambiar de nuevo los mandos militares y entregar la conducción de la guerra a L. Emilio Paulo, el más brillante general de su generación. Mediante una maniobra envolvente logró junto con el otro ejército comandado por Escipión Nasica, que el rey se replegase a la ciudad de Pidna. La batalla duró poco más de una hora, tras dos años de estancamiento del ejército romano en Tesalia.

Perseo, derrotados sus ejércitos, se retiró a Samotracia, al santuario de los Cabirios, pero acabó entregándose a los romanos. Con Perseo desaparecen de la historia los Antigónidas. Al mismo tiempo, Gentio fue hecho prisionero en Iliria. Roma era otra vez dueña de Grecia. No obstante, la política romana se encontró con que en Oriente no tenía apoyos sólidos: Iliria y Macedonia quedaban desmembradas, aúnque sujetas a tributo, también parte del Epiro fue devastado y las clases dirigentes de las ciudades griegas, depuradas.

La solución que Roma adoptó respecto a Macedonia (tal vez en un intento de continuar la ficción de libertad de los pueblos) fue la de dividirla

en cuatro distritos o regiones, prohibiendo toda relación entre ellas, en vez de anexionársela como provincia. Iliria, por su parte, fue dividida en tres regiones, o estados independientes. Ambas fueron sometidas a un tributo que, en el caso de Macedonia, consistía en la mitad de los ingresos de las antiguas posesiones reales que siguieran explotando. En la constitución que Roma fijó a estos nuevos estados macedónicos, se contemplaba la existencia de asambleas y senados, reclutados según criterios censitarios.

Poco más tarde, en el 148 a.C. Macedonia fue incorporada por Roma como provincia. La construcción de la vía Egnatia en el 148, que partiendo de Dyrrhachium (Durazzo) pasaba por Pella y Tesalónica y proseguía hasta el límite oriental de la provincia, facilitó el control directo de la nueva

provincia.